RELATO ENCADENADO
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CAPITULO 9
Un cigarro, otro, el humo haciendo esas endiabladas figuras que no puedo describir, y esta tia que no viene. Por ahí viene una moto, no, son dos, no es ella. No sé por qué hemos quedado en el puerto, todo es gris, feo, solo se ven ratas ir y venir, está muy solitario, podría tener problemas.
Ah pues sí, es ella, se acerca a mí, va vestida como una prosti, no me gusta nada. ¿Quién me mandará a mí meterme en estos lios?
-Hola, perdona el retraso.
-Hola, no ha sido tanto.
-A última hora un imprevisto.
-¿Quién era el de la moto?
-Nadie, nada importante.
-Pues aún está ahí esperando.
-Le he dicho que se marche pero no hay manera.
Nos vamos hablando hacia un bar, ella dice que conoce uno, yo no he visto ninguno, pero bueno. Llama a la puerta de un almacén, no hay luz, parece vacío. Contestan, sí hay alguien. Entramos en un tugurio que ni es bar ni es nada, la barra es un tablón sobre dos pares de columnas hechas con las cajas de cerveza. Casi no hay luz, hay muy poca gente, normal. Nos acercamos a la barra, pedimos dos cervezas, no hay nada más.
No sé como salir de los lugares comunes, toda la conversación es insustancial, para hablar del tiempo no vengo desde mi casa a este antro.
-¿De qué conoces este sitio?
-Negocios.
No la saco nada. Parece muy segura de sí misma, yo no, esta situación no me gusta. No pinto nada aquí. No se me ocurre ninguna excusa buena para largarme.
Continua aquí: http://blogs.ya.com/inadaptacion/
CAPITULO 9
Un cigarro, otro, el humo haciendo esas endiabladas figuras que no puedo describir, y esta tia que no viene. Por ahí viene una moto, no, son dos, no es ella. No sé por qué hemos quedado en el puerto, todo es gris, feo, solo se ven ratas ir y venir, está muy solitario, podría tener problemas.
Ah pues sí, es ella, se acerca a mí, va vestida como una prosti, no me gusta nada. ¿Quién me mandará a mí meterme en estos lios?
-Hola, perdona el retraso.
-Hola, no ha sido tanto.
-A última hora un imprevisto.
-¿Quién era el de la moto?
-Nadie, nada importante.
-Pues aún está ahí esperando.
-Le he dicho que se marche pero no hay manera.
Nos vamos hablando hacia un bar, ella dice que conoce uno, yo no he visto ninguno, pero bueno. Llama a la puerta de un almacén, no hay luz, parece vacío. Contestan, sí hay alguien. Entramos en un tugurio que ni es bar ni es nada, la barra es un tablón sobre dos pares de columnas hechas con las cajas de cerveza. Casi no hay luz, hay muy poca gente, normal. Nos acercamos a la barra, pedimos dos cervezas, no hay nada más.
No sé como salir de los lugares comunes, toda la conversación es insustancial, para hablar del tiempo no vengo desde mi casa a este antro.
-¿De qué conoces este sitio?
-Negocios.
No la saco nada. Parece muy segura de sí misma, yo no, esta situación no me gusta. No pinto nada aquí. No se me ocurre ninguna excusa buena para largarme.
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