IBIZA EN VELERO

El viernes me llamaron a las 8,30 de la tarde. ¿Te vienes a Ibiza? Por supuesto dije que sí. El plan era que ibamos 5 en un velero desde Denia y volvíamos el domingo a Madrid. Me puse nerviosísima, tenía que ducharme, preparar la maleta, llegar a Madrid todo en hora y media. Empecé a dar vueltas por casa, dejaba las cosas en un sitio y luego no las encontraba. Buscando el saco, que no encontré me tiré como diez minutos, al final el saco de verano de emergencia. Como me llevaban en coche hasta Denia no hice una de mis maletoncias, no, una mochila y andando. Salgo corriendo para Madrid y cuando estoy llegando a Torrejón me doy cuenta de que no llevo las gafas de sol, media vuelta, más nervios y eso que no había mucho tráfico. Vuelta a casa cojo las dichosas gafas y ala para Madrid, llego pronto a la cita, me recogen y me cuentan que se ha caido uno de los que venían, cachis, ya solo somos cuatro. Nos ponemos de viaje para recoger en Campomanes, muy cerca de Denia al cuarto que falta y a 40 km de Madrid le llamamos para decir que ya hemos salido, todo esto ya las 11 de la noche. Y nos dice que no puede venir que su novia se ha puesto malita. Desolación, paramos a comer algo y a decidir qué hacemos. La pareja con la que iba había quedado en Ibiza a mediodía del sábado pero sólo uno sabía lo suficiente para llevar un barco e ir hasta Ibiza y volver uno solo era mucha paliza. Empezamos a pensar como arreglarlo y les digo yo conozco una gente que busca ofertas de viaje de donde sea y me lio a mandar sms a todo dios, oye por favor búscame un vuelo a Ibiza, empiezan a llegarme respuestas, aunque un poco caras la verdad.

Decidimos llamar al dueño del velero y contarle nuestra vida, mira no podemos ir, lo sentimos, todos frustrados, pero antes hacemos un último intento y llamamos al de la novia y nos dice, oye que se ha puesto mejor, que dice que me vaya con vosotros. Y a la una de la mañana decidimos irnos para allá.

Llegamos a Campomanes, recogemos al de la novia, nos vamos a Denia, carrito para poner todas las cosas que llevábamos y ala al barco. Cargamos el barco, estibamos (colocamos las cosas para que no se muevan) y nos vamos a la gasolinera. Yo no me había visto nunca en otra, estoy en proa preparando la amarra y me dicen salta, y ala salté, atracamos, las 5 y media de la mañana y aún no hemos salido. Echamos gasofa, y ponemos rumbo a Ibiza, a San Antonio. Me toca guardia, la guardia más bonita del mundo, con un amanecer por proa que alucinas. Cuando ya sale el sol los delfines nos vienen a acompañar, están tan cerca que casi los puedes tocar. A las 10 por fin cambio de guardia y me acuesto. A la 1 o cosa así asomo la cabeza por el tambucho (puerta en cubierta para bajar a los camarotes) y veo que ya se ve Ibiza. Entramos en San Antonio. Estamos allí unas horitas y como hace buen viento a las 7 de la tarde salimos a hacer bordos (maniobras). Salimos entre dos islas por un sitio donde la profundidad va decayendo a una velocidad que yo me quiero fugar. Me dicen, tranquila llegaremos a solo 3 metros de profundidad y yo allí con el timón, diciendo como embarranquemos encima será culpa mía.
Colocamos una vela que se llama speed y pillamos una velocidad de 9 nudos. Las manos ya no me duelen, se quejan solas, y eso que me han prestado guantes. Aún no hemos comido. Nos tiramos haciendo maniobras hasta que cae el sol. Ponemos rumbo de vuelta a Denia. Hacemos una especie de cena, una ensalada y ala otra vez guardia, hasta las 2 de la mañana. Noche oscura, con estrellas pero con algo de bruma. Me hacen colocarme un chaleco salvavidas, que me produce pánico de pensar que haga falta. Frío en cubierta, me pongo la radio. A vigilar si vienen barcos, estamos en el canal de Ibiza y pasan los ferrys, pesqueros, cargueros. Se me cierran los ojos. Pero tengo que aguantar. Por fin cambio de guardia, me voy a dormir hasta las 6 de la mañana. Me dicen estamos llegando, vamos a la Marina Greenwich, el meridiano 0, me dejan sola en cubierta. Veo amanecer, aunque tengo que mirar para atrás porque claro ahora vamos en dirección contraria. Bajo de vez en cuando a ver el gps 0,00,06, subo, 0, 00, 04, vuelvo a subir, 0, 00, 03. Despierto a la gente y pido ayuda, que nos pasamos el puerto. Sube uno y ala a atracar. Saca las amarras, coloca las defensas, arria mayor. Llegamos a puerto, pregunto ¿me puedo ir a dormir? me dicen sí pero ¿hace un cafelito?. Pues claro, como no, café en el puerto. Vuelvo y me meto en el camarote antes de que me vuelvan a liar. Oigo que salimos de puerto me levanto, vamos a Javea a buscar a unos, vale, vale. Intentamos doblar el cabo a vela, tenemos que hacer maniobras. Se calma el viento. Cambio de guardia, me voy a dormir. Me despiertan cuando ya estamos en Denia. Recoger. Comida en un restaurante holandés, las 7 de la tarde y vuelta a Madrid.

Eso fue el viaje pero lo que sentí: sentí el calor del sol, olí el mar, vi (bueno vi cosas tan bonitas no se pueden describir), oir los ruidos de los cabos, del mar, del barco que parece que gime; tocar es como si todo tu cuerpo se moviera acunado por el mar. Todos mis sentidos despiertos, tratando de traerme a Alcalá algo de ese mar. Cuando esté comprando queso en el mercado como cada día pensaré el mar está dentro de mí.

Comentarios

Funny Blondie ha dicho que…
Jejeje, empezó accidentado pero parece que fue un buen viaje ¿eh?, me alegro que te lo hayas pasado bien a bordo de ese velero.

La puesta de sol, no debió tener despercidio... :-)
vitalidad ha dicho que…
Gracias a las tres. No pude sacar fotos porque mi madre se había llevado la cámara a París y pensamos en comprar una desechable pero al final no nos acordamos. Los delfines eran de verdad, muy de verdad. Te pones en proa y si sacas la mano casi puedes tocarlos, aunque me da miedo por si me muerden.

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