LA MUELA

A la niña la duele una muela, bueno, la duele el hueco porque se la quitaron hace más de una semana. Se supone que es normal, pero como en el verano le quitaron otra y no le dolió tanto pues yo me preocupo. Ala, me preocupo porque quiero lo sé. Nunca se pone enferma y cuando lo está no sé qué hacer porque me pregunta siempre creyendo que yo lo sé todo. Y la carrera de Medicina ni la ha empezado vamos.

Como soy tan hipocondriaca yo voy al médico por cualquiera tontería y si los demás están enfermos, como no sé cuanto dolor tienen pues me pongo en su lugar. Porque siempre me ha dado mucha rabia que los demás piensen que a mí no me duele.

Soy muy quejica, mi ex decía mujer enferma mujer eterna. Lo que si es verdad será señal de que voy a dar mucha guerra, sobre todo a mi hija.

Volviendo a la muela, la pobre ya van dos noches que se despierta con dolor, hemos llamado al 061 y al dentista, pero no la han visto. Yo cuando no la ven me pongo mala. Porque serán muy listos, habrán estudiado mucho, pero no saben si está infectada o no si no la ven. Vamos digo yo.

Conmigo no pueden, el pobre médico de la Uni, que es un santo, me receta cuando entro por la puerta, será para no oirme. Es dermatólogo, así que después de ir a él voy al del seguro y si la cosa se pone mal llamo a mis amigos médicos. Por médicos que no sea.

Pero por una muela me da corte, la verdad. Aunque soy capaz de llevarla a urgencias, porque subes al hospital y por fin te quedas tranquilo. Sé que a los demás lo de esperar horas y horas allí les pone de los nervios, pero yo subo bien pertrechada, con mi libro, mi suelto, mi móvil, mi pda y ala a esperar.

En ningún del sitio del mundo me siento tan segura como un hospital. Será porque allí me encontraron la celiaquia o porque nunca me han operado, ni siquiera me he roto nunca un hueso, o porque allí sé que hay profesionales que pueden hacerse cargo de todo.