TRABAJAR PARA CONSTRUIR LA PAZ, TRABAJAR GRATUITAMENTE PARA LOS DEMAS

Todos los meses recibo en mi casa el Alandar, es una revista, bueno parece más un periódico por el formato, porque es en blanco y negro. Este mes me ha encantado esta columna porque yo también me estoy quitando. Durante años canté una canción que decía: "No queremos coca-cola, ni queremos madelman, que nos hagan comprar cosas, sin parar, sin parar, sin pararselo a pensar". Pero eso sí, bebía coca-cola sin parar. Me justificaba de mil maneras, me agarraba a un clavo ardiendo para no dejarla. Ahora se hundirá, lo sé, desde que he dejado de beberla estoy segura de que sus cifras se han tenido que resentir porque pocas personas en el mundo bebían más que yo al día.

Acabo de leer un artículo en Alandar sobre "Mujeres de negro", hace ya varios años acudí a una manifestación con ellas frente al Congreso de los Diputados, eramos no sé diez personas y veinte policias. Nos intentaban echar de allí, porque está prohibido manifestarse frente al Congreso, reglas democráticas, y nosotras decíamos, pero si no se nos ve, somos tan pocas, insistieron tanto que nos fuimos.

No he vuelto a otra mani de ellas porque no me he enterado de ninguna, resultábamos muy peculiares, en la Carrera de San Jerónimo vestidas de negro, aunque fueramos tan pocas.

Esto me lleva a lo de trabajar para los demás, desde que no doy clases de español a extranjeros noto que me falta algo, siempre he dedicado horas y muchas veces días a la semana a los demás, para mí es algo muy satisfactorio.

Este año y el pasado he intentado subir a la cárcel, pero no lo he conseguido, hace poco intenté apuntarme a una asociación que enseña informática a enfermos mentales, tampoco me han querido. No sé qué pensar. ¿Se me habrá pasado el arroz? ¿Soy tan conocida en Alcalá que ya me temen en todos lados?

La parte más feliz de mi vida siempre será cuando iba a un comedor para pobres, no iba a darles de comer, iba a llevarles la comida. Un cuartel de Alcalá preparaba comida de sobra y yo subía con mi coche a por los termos industriales y los acercaba al local. Eran terribles conmigo, eso lo hacía a la hora de la comida, como es lógico y luego no me daba tiempo a mí a comer, pero ellos no me dejaban comer, todo era suyo, se ponían de los nervios si me comía algo. Se llevaban tarteras y así tenían la cena luego. Hice amigos, vi como gente montaba negocios y salía adelante.

Como siempre no se acuerda uno de lo malo, sólo tengo recuerdos felices de aquellos años. Pues no podéis imaginar lo que me está costando encontrar otra vez un espacio donde hacer algo parecido.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Hola, doña altruista :P Tú eres la "altruista accidental" xD

Peroooooooo, de cuarteles mejor no me hables, que he estado 11 años trabajando en uno y me harté de que me tocaran los galones :P

Ay, qué buena es la VirLLi... :***
vitalidad ha dicho que…
Menos coñas monocamy que sé yo de buena tinta que tú no eres mucho peor que yo. Un besazo,

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