NOCHEVIEJA EN LOS MONEGROS
Estoy vaga y no me apetece buscar la cámara de fotos, así que cuando la tenga ya subiré fotitos. La cosa empezó mal, para que nos vamos a engañar. El viernes a las 12 se me cae uno de la expedición. Salimos pronto porque el jefe nos dio suelta y pude fichar a la una y media. Nos pusimos de viaje sin más. Ibamos Edu, Mariola y yo, en mi coche, yo conducía y paramos a comer antes de Zaragoza, en un asador, estupendamente, verduras a la plancha y parrillada de carne. Pensé que me iba a dar por dormir después de comer pero no, llegamos al albergue a las 7 o así, nos pilló la Nati que había salido a las 3 y media, pero yo fui despacito charla que te charla, como siempre. Nos recibieron los tempraneros Jose Luis, Olga y Charo. Era noche cerrada ya y no pudimos ver el panorama, pero la subida era fuertecita así que nos imaginábamos que habría buenas vistas, se veían todas las luces de Zaragoza desde allí.
Llegué y me relajé, me fui a la cama incluso del bajón, pero no me dejaban dormir los que iban llegando. Cenamos medianamente bien y me acosté, no estaba yo para muchas gaitas.
El día de nochevieja me despertaron como a las 9, estos no duermen nunca y después de desayunar nos fuimos a ver pueblos, a tomar por saco, lejísimos y encima muy muy feos.
Después de comer, siesta, no he hecho más que dormir, qué jodía soy. Y a preparar la cena, 26 personas haciendo la comida pues imaginaros el follón. Cuatro rellenando huevos, tres pelandolos, llenamos una mesa con comida para 50 por lo menos. Y allí se quedó practicamente todo.
Antes de cenar subieron todas las chicas a ducharse cambiarse y maquearse yo me quedé con los chicos, en chandal, genio y figura. Pero me vino bien porque el dueño del albergue nos dijo que si queríamos subir al campanario y me apunté la primera, dos más me acompañaron, fue muy muy divertido. Cogimos unas linternas, yo con mi frontal en la cabeza, estaba monísima pero monísima, con la chaqueta azul de Salamanca, el chandal y la cosa verde en el pelo vamos ni Ana García Obregón. El santuario estaba en obras y teníamos que pasar de cuarto a cuarto saltando por las ventanas, pisando excrementos de pájaro, yo no las tenía todas conmigo, subiendo escaleras sin protección pero llegué arriba. Tuvimos que agacharnos pero bien para meternos en un huequecito muy pequeño arriba del todo. Jesús que iba delante tocó una de las campanas y había pájaros durmiendo, se asustaron y le cagaron, le pusieron perdido y no teníamos ni un klenex ni nada.
Jesús iba a tocar los cuartos, tilin tilin tilin durante 3 segundos e Iván las campanadas y yo armada con un reloj que solo se iluminaba dos segundos y se volvia a apagar tenía que decirles cuando tocar. A las 11:59:45 le dí la orden a Jesús y se pasó un segundo de más tocando los cuartos asi que a las 11:59:49 empezamos con las campanadas. Me había subido una lata de esas con uvas peladas y empecé a comerlas. De pronto me dice Iván ¿cuántas llevo? Y yo ni idea porque en la lata me quedaban como 6 uvas, le dije creo que diez y dió dos más. El ruido en el campanario era tremendo y cuando acabó nos quedamos como lelos. Reaccioné como a los diez segundos y dije Feliz Año Nuevo y nos empezamos a dar besos en aquel espacio tan reducido. Bajamos temblando del campanario comentando la jugada y diciendo verás estos nos van a matar por haber dado solo once. Al llegar abajo nos hicieron fotos, nos aplaudieron, nos felicitaron el año y nos dijeron que habían seguido las campanadas en un móvil desde la puerta del sol y lo habíamos hecho a la perfección. Creo que fue peloteo pero nos lo creimos. Nos fuimos a bailar.
Nos habían dejado una cuadra para nuestra fiesta, la cuadra del santuario, estaba genial el sitio, recogimos las mesas y no paramos de bailar por lo menos hasta las 5 y media que yo me fui a dormir porque las piernas ya no me respondían.
A las 9 me despertaron los últimos en llegar a la cama, con las risas y las bromas. Me bajé al salón y aquello era desolador, me fumé un cigarro y me volví a la cama. No sé a qué hora me levanté, me despertaron otra vez y desayunamos oyendo el concierto de Año Nuevo con cascos desde un móvil. Algunos hasta bailaron. Otra vez a comer las sobras, que no fuimos capaces, y las despedidas.
Decidí irme a Bilbao con Iván porque él no tenía manera de llegar y Edu y Mariola se acoplaron en otros coches que volvían a Madrid. Salimos con el atardecer y llegamos a Bilbao como a las nueve de la noche. No cuento más que lo que sigue es X.
Comentarios
Tienes una manera de contar las cosas, muy... no sé, muy verdadero, muy particular, muy entrañable.
Un abrazo.