CUMPLEAÑOS Y CINE
¿Cuántos Oscars tiene Almodovar? Nos pasamos todo el cumple devanándonos los sesos. Teníamos un portatil pero las redes estaban protegidas y sin internet es muy difícil averiguarlo. No sé de dónde sacaron el dato por fin, pero vinieron a la cocina y nos contaron que eran dos los oscars. Yo ya estaba por irme a casa y mirarlo y llamar.
Hubo un momento en el que intenté volverles a la realidad y les dije ¿pero qué importa cuantos tenga? Y ellos nada, no salían del follón, venga a decir que primero se lo había dado una mujer vieja y luego fue Penelope y nosotros venga a discutir si fue antes o después del de Trueba. Lo buscaron en la Encarta pero no venía. No estábamos jugando al trivial, fue una pregunta que surgió en medio de la conversación de cine que nos traíamos.
Me lo pasé muy bien, a pesar de la dichosa preguntita, me sentí muy relajada y muy cómoda. Conseguimos que la anfitriona se sentara a cenar y nos dejara a los demás en paz un ratito. Aunque hubo un momento en que protestó porque las botellas las habíamos dejado en el frontal de su comedor, pero me encargué de bajarlas al suelo y se calló. Luego protestó porque no habíamos traído las almendras y le enseñamos el cuenco con ellas. La cena transcurrió en una relativa paz.
Llegué muy pronto, como siempre. Me cogí un libro No logo que pensaba traérmelo pero se me olvidó. Me puse a leer hasta que llegaran los demás. No eramos muchos, solo una parejita, los anfitriones y yo.
Los cumpleaños en esa casa suelen ser multitudinarios, pero este fue estupendo. No tenías que pisar a nadie para ir al baño.
A la una ya estábamos todos medio muertos de sueño y nos fuimos.
Hubo un momento en el que intenté volverles a la realidad y les dije ¿pero qué importa cuantos tenga? Y ellos nada, no salían del follón, venga a decir que primero se lo había dado una mujer vieja y luego fue Penelope y nosotros venga a discutir si fue antes o después del de Trueba. Lo buscaron en la Encarta pero no venía. No estábamos jugando al trivial, fue una pregunta que surgió en medio de la conversación de cine que nos traíamos.
Me lo pasé muy bien, a pesar de la dichosa preguntita, me sentí muy relajada y muy cómoda. Conseguimos que la anfitriona se sentara a cenar y nos dejara a los demás en paz un ratito. Aunque hubo un momento en que protestó porque las botellas las habíamos dejado en el frontal de su comedor, pero me encargué de bajarlas al suelo y se calló. Luego protestó porque no habíamos traído las almendras y le enseñamos el cuenco con ellas. La cena transcurrió en una relativa paz.
Llegué muy pronto, como siempre. Me cogí un libro No logo que pensaba traérmelo pero se me olvidó. Me puse a leer hasta que llegaran los demás. No eramos muchos, solo una parejita, los anfitriones y yo.
Los cumpleaños en esa casa suelen ser multitudinarios, pero este fue estupendo. No tenías que pisar a nadie para ir al baño.
A la una ya estábamos todos medio muertos de sueño y nos fuimos.
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