MARIA

Puedo pensar en un montón de ellas, la primera en mi vida fue mi prima. Adoraba a esa chica, tan rubia, tan mona, tan fina, cuando eramos crías. Nos pegábamos las manos con pegamento para que no nos separaran, dormíamos juntas, cantábamos juntas. Pero crecimos y nos distanciamos, nos convertimos en personas extrañas. Ahora vive en Madrid pero hace años que no la veo y tampoco tengo interés.
La siguiente María ya sabéis, mi hija. Otra María la hija de una amiga, calladita, tímida, regordeta. Y ahora llega la última María, es muy muy pequeñita, yo no le veo parecido con nadie, soy fatal para eso. Tenía las manos enguantadas, protestaba si la dejaban en la cuna, no se separó de su madre. La di un beso en la cabecita antes de irme, no me pude resistir. Quiero cambiarla por Lola la gata, su padre puede que acceda, su madre ya sé que no.

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