ENTRAR A CLASE

Me contaba indignada mi hija que el otro día la directora del colegio al que ella iba cerró la puerta a las 11:25 y no dejó pasar a nadie después del recreo. Si el recreo acaba a las 11:30 que menos que cinco minutos antes estar subiendo a clase. No estamos de acuerdo ella y yo. A mí me parece bien lo que hizo, a ella no. Hasta los profesores se quedaron fuera. Pues sí, estoy con ella, porque nos tomamos todo a chunga. La puntualidad es muy importante, son normas que hay que aprender y que enseñar. Soy muy puntual, así me va, por más que intente llegar tarde no lo consigo, no se me hubiera ocurrido nunca llegar tarde a clase sin excusa. Me lo enseñó mi padre, era terriblemente puntual, no se dormía jamás, iba siempre el primero a trabajar. Yo prefiero madrugar, llegar pronto e irme pronto también. La semana que viene podría venir a trabajar de 9 a 3 pero lo haré de 8 a 2, lo prefiero. Salir cuanto antes. Aunque sé que las horas son las mismas, pero cuanto antes mejor.
Como todo el mundo llega tarde intento hacer lo mismo, pero no lo consigo, al final siempre soy la primera y me aburro soberanamente esperando. Si quedo en Madrid siempre aviso de que no sé a qué hora llegaré, que puedo pillar atasco por el camino, pues aún así no suelo llegar tarde, porque salgo prontísimo.
No soy inflexible, a veces no puedes hacer nada, el lunes llevé el coche al taller y luego fui andando hasta la clase, llegué a las 8:30 pero no fue por mi voluntad. Pero lo tengo comprobado en este país nada funciona a su hora.
Ayer me llama el de telefónica que viene a las 7 a casa, no apareció, a las 8 me llama y me dice que aún le queda una instalación y llegó a las 10. Me dio pena que estuviera trabajando hasta tan tarde.

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