ESPERANDO

Ayer antes de irnos a Torrejón me tuvieron esperando unos veinte minutos, me puse a escuchar ópera y me transporté, me dejé mecer por la música, las partes instrumentales tan preciosas que parecía que los cantantes las estropeaban con sus voces. Esta semana me toca una, no la conozco, no es famosa, por lo menos para mí, no sé ni escribirla. Die tote Stadt (La ciudad muerta) de Erich Wolfgang Korngold. He tenido que buscarlo, copiarlo y pegarlo. Me dejaré sorprender por ella. La próxima sí que la conozco es Don Giovanni de Mozart. Con esas es más fácil, con las conocidas, siempre hay alguna parte que puedes hasta tararear.

La ópera que parece tan elitista era cosa del pueblo, fue el primer espectáculo que se abrió a todo el mundo, el primero al que pudo acudir la gente sin ser de una clase social acomodada. Ahora con sus precios tan prohibitivos nos parece algo para ricos, a mí también me lo parece. No puedo pagarme un abono para el Real, es demasiado caro. La gente en el siglo XVIII y en el XIX cantaba las óperas por la calle, eran de todos, no solo de la aristocracia. Ahora otra vez es sólo de la aristocracia, la del dinero.

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