MI MADRE EN TORREVIEJA
Se ha vuelto a ir para allá, no sé qué le encuentra. Este verano estuvo casi un mes y no paró de decirme que fuera y no quise. No me gusta. Soy muy cerril, pero lo he probado mucho. He estado en Calpe, en Denia, en Benidorm, en Guardamar, en Alicante, en Valencia, en Sagunto, en Castellón y nada, que no, que no me gusta. Odio encontrarme a todo Madrid, ese mar que no huele a mar, los precios abusivos, el calor. Pero ella insiste e insiste, antes justo de jubilarse mi padre se fueron a vivir a Alicante, la niña tendría 4 o 5 años (soy fatal para las fechas) esperaban que iría verles todos los findes, no iba, odiaba oir. Estuvieron viviendo allí un año, al final se volvieron, creo que echaban de menos a la niña, no a mí. Cuando iba a verles en invierno estaba todo vacío, todo cerrado, todo muerto. Parecía una ciudad fantasma. No me gustan esas playas abarrotadas, no encuentro dónde está la diversión. Como no me gusta tomar sol, ni tirarme en la arena, ni siquiera bañarme en el mar, como el sol me pica siempre en la cabeza y me molesta casi todo, sólo estoy a gusto en las duchas, y si la playa no tiene ducha no bajo ni loca, como soy así de rarita, ese tipo de turismo no es para mí.
Cuando me metía en el mar y estaba caliente me daba un asco tremendo, me imaginaba que estaba nadando en pis. El mar tiene que ser bravo, moverse, romper, hacer mucha espuma, cambiar y entonces sí me enamora.
Pero esas piscinas saladas no las soporto. Los paisajes no me gustan, el color de la tierra no me gusta, esos amarillos deprimentes. No es para mí.
Cuando me metía en el mar y estaba caliente me daba un asco tremendo, me imaginaba que estaba nadando en pis. El mar tiene que ser bravo, moverse, romper, hacer mucha espuma, cambiar y entonces sí me enamora.
Pero esas piscinas saladas no las soporto. Los paisajes no me gustan, el color de la tierra no me gusta, esos amarillos deprimentes. No es para mí.
Comentarios