SEXO EN NUEVA YORK

Me levanto a las 7 de la mañana y me paso horas viendo Sexo en Nueva York. La primera temporada, me encanta, es la mejor, como en todas las series, lo más puro. Nunca me cansaré de verlo, porque dicen muchas cosas interesantes. El que estoy viendo ahora mismo es el de la guerra entre casadas y solteras. Se encuentra con dos amigos gays y le piden un óvulo para poder tener un hijo. Sus amigos casados la buscan una pareja. Él solo quiere casarse y se lo pasa a su amiga, la que va a la búsqueda siempre de pareja. A otra la confunden con una lesbiana y la invitan a una cena de socios, por serlo. El jefe le dice que su esposa quería añadir una pareja de lesbianas a su círculo. Van a una fiesta y son todas parejas. Samanta baja en cueros a la calle a buscar al portero. Sé que no es real, decía Elvira Lindo en un artículo que las mujeres de Nueva York no tienen tiempo para salir con nadie, que llegan tan agotadas del trabajo que se van a la cama y ya está.

Aún así es verdad que hay situaciones de la serie muy reconocibles. Al final quedan todas juntas para ir al cine.

No sé cuánto hace que yo no lo hago. Voy sola al cine. Mis amigas están casadas. Yo hice lo mismo, cuando tengo pareja me cierro mucho, no les puedo echar nada en cara.

Especialmente con mi mejor amiga ha sido terrible porque siempre estuvo soltera, no se echó novio nunca hasta que yo me quedé soltera. Siempre hemos ido a distinto ritmo. Hace poco se quedó embaraza a los 42 y ha perdido el niño. Me he disgustado mucho por ella y por mí. Me apetecía ser tia por fin.

Ella estuvo siempre a mi lado, en los momentos más alegres y en los momentos más terribles. Aunque no hemos llevado la misma vida, no hemos salido mucho por la noche, pero hemos hablado mucho, nos hemos contado siempre nuestra vida.

Nunca fuimos 4, cuatro amigas debe ser el número ideal por lo que parece en la serie, pero nosotras eramos solo 2.